La alimentación es uno de los pilares fundamentales de la salud. Lo que comemos no solo determina nuestro peso, sino que impacta directamente en el funcionamiento del corazón, el cerebro, los huesos y prácticamente cada célula de nuestro cuerpo.
Una alimentación balanceada debe incluir una variedad de nutrientes: carbohidratos complejos, proteínas magras, grasas saludables, vitaminas y minerales. Los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas, aunque atractivos, son grandes enemigos de la salud. Su consumo excesivo se asocia con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Según estudios de la Harvard T.H. Chan School of Public Health, las dietas ricas en frutas, verduras y granos integrales se asocian con un menor riesgo de enfermedades crónicas y una mayor esperanza de vida. Además, la fibra presente en muchos de estos alimentos ayuda a controlar los niveles de colesterol y glucosa en sangre.
Pero no se trata solo de qué comer, sino también de cómo comer. Comer despacio, disfrutar cada bocado y escuchar las señales de saciedad son prácticas que favorecen una relación saludable con la comida.
Una alimentación balanceada también puede tener un efecto positivo en el estado de ánimo. Estudios muestran que dietas ricas en ácidos grasos omega-3, antioxidantes y vitaminas del complejo B ayudan a reducir el riesgo de depresión y mejorar el bienestar mental.
Adoptar hábitos alimenticios saludables no significa renunciar al placer de comer. Al contrario, se trata de explorar sabores, colores y texturas que nutran el cuerpo y alegren el alma.
Fuentes:
Harvard T.H. Chan School of Public Health. (2023). The nutrition source: Healthy eating plate & pyramid. https://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/healthy-eating-plate/
World Health Organization. (2020). Healthy diet. https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/healthy-diet